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domingo, 30 de octubre de 2011

I'm lonely, in the middle of the crowd.


Es alucinante, el modo en el que, incluso estando rodeada de una marea de gente, puedes sentirte tan sola. Hay miles de personas a tu alrededor, pero ninguna está contigo. Cada loco con su tema, y tú en medio, sintiéndote ignorada, incomprendida, como si no pudiesen verte, oírte o sentirte. Y en cierto modo es algo así, no pueden sentir lo que tu sientes, porque la empatía es sinónimo de debilidad, es algo que no sirve para nada, más que para destruirte.
Por desgracia, soy una de las pocas personas en este mundo que conservan esa cualidad. Tengo la virtud, o defecto, según por donde se mire, de saber qué sienten los demás, y sentirlo yo también. Está muy bien cuando son alegrías, pero con las penas es un arma de autodestrucción. Lo peor de todo es que cuando eres tú la que siente esas penas por ti misma, nadie parece notarlo, estás sola.
Y si no bastaba con eso, también está mi muro defensivo. Os explico: de pequeña, era muy sensible, y a la mínima estaba llorando. Eso me hacía parecer mucho más indefensa, si no era suficiente mi tamaño. Cuando empecé a ir al instituto decidí que ya era hora de hacerme valiente, de no dejar que nadie más me viese llorar. Desde entonces, las lágrimas en público fueron reduciéndose, hasta hoy. Es por eso que, si hay alguien a mi alrededor, aunque por dentro esté completamente rota, por fuera parezco feliz, como siempre. Quizás un poco ausente, pero jamás asoma una lágrima. Y eso me hace sentirme todavía peor. ¿Qué puede haber peor que sentirse mal? Que nadie sepa que estás mal.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Como un salto en el vacío, de quién no teme a la muerte. Otra noche en el hastío de no poder enterderte. Y no sabes lo que has sido, porque nunca es suficiente. Demasiado desafío, yo no puedo ser tan fuerte. Si quisieras confiar en mí; nunca es tarde.
Necesito verte aquí, tu mirada me hace grande. Y que estemos los dos solos, dando tumbos por Madrid, porque nada es importante cuando hacemos los recuerdos por las calles de Madrid.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Lo pasado, pasado está; que dirían.

La verdad es que eso de repasar toda tu existencia en el último momento siempre me ha dado repelús. Como diría mi madre, hay cosas de las que es mejor no acordarse. Por ejemplo, no me importaría nada olvidarme de cuando tenía once años y llevaba gafas y aparato en los dientes, e imagino que nadie querría volver a su primer día de instituto. Y si a eso le añadimos los veranos en familia, las clases de matemáticas, los dolores de la regla y la catástrofe de los primeros besos... uf.


¿Nos conocemos?

Mientras me alejo del gimnasio, voy pensando en lo rara que es la gente. Los ves a diario y llegas a pensar que los conoces, y luego, de pronto, descubres que no tenías ni idea. Estoy flipando; pero es una sensación agradable, como se me encontrara en un torbellino, dando vueltas al rededor de la misma gente y las mismas situaciones, y pudiera verlas desde perpectivas distintas.

Adiós

Supongo que todas las despedidas son como lanzarse al vacío. Lo peor es decidirse. Luego, cuando ya estás en el aire, no te queda más opción que dejarte ir.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Memories

Un día, te pones a buscar y encuentras. Escuentras miles de cosas: juguetes, ropa, regalos, colgantes y fotos. Fotos. Fotos con tu familia, con tus amigos, con ese chico especial, fotos muy diferentes, pero todas ellas tienen algo en común: cada una de ellas guarda una historia que merece la pena escuchar. Porque todas las historias tienen algo que contar, algo que enseñar, y las fotos son la mejor manera de guardarlas para siempre, porque las imágenes duran, y las palabras son efímeras.

martes, 29 de marzo de 2011

I'm loosing the best of me

Todos somos parte de lo mismo, asquerosos jueguecitos.
Y necesito escapar.
Estoy desperdiciando mis días, tirándolos por ahí.
Perdiéndolo todo en esos asquerosos jueguecitos.
-No hay que tener miedo a las palabras. Es lo que he aprendido con la enfermedad. Hay que llamar a las cosas por su nombre, sin miedo.
Hay un abismo tan profundo como un desfiladero entre la impresión que causas a los demás y cómo te sientes por dentro. Y sobre todo eres consciente de ello cuando estás tendida en la cama, sin dormir, mientras contemplas el techo.
 ~Sueña

-Y cada una de esas uniones oculta una historia que hay que recordar.
-Claro... Solo las historias bonitas merecen tener constelaciones.




lunes, 28 de marzo de 2011

Yo contra yo

A menudo nos distrae de tal modo la guerra interna entre lo que deseamos hacer y lo que debemos hacer que pasamos por alto lo que necesitamos hacer. Necesitar no en el sentido de obligación para con los demás, si no en el sentido de conservar uno la cordura. Llega un momento en el que lo que los demas opinan que deberíamos hacer entra en conflicto con lo que nuestra cabeza o nuestro corazón nos pide hacer, y es entonces cuando debemos decidir si nuestra prioridad es complacer a los demás o complacernos a nosotros mismos.
~Ghostgirl

Face to face

Llega el día en el que te miras al espejo y no eres el que te esperabas. Sí, porque el espejo es la forma más cruel de la verdad. No te reflejas como eres realmente. Querrías que tu imagen se correspondiese con quien eres por dentro y que los otros al verte pudieran ver en el acto si eres sincero, generoso, divertido, simpático.. pero resulta que nunca se puede prescindir de las palabras ni de los hechos. Tienes que demostrar quien eres. Lo bonito sería que uno pudiera mostrarse sin más. Todo sería más sencillo.

~Blanca como la nieve, roja como la sangre.